Unos 80 indígenas integran este organismo encargado de preservar el orden en las marchas y asambleas que se realizan en Bogotá. Igual que en sus territorios, los guardias portan un bastón de madera con cintas de colores, símbolo de autoridad.
En los territorios o resguardos, la guardia indígena se encarga de mantener el orden, controlar la llegada de gente extraña y acompañar las movilizaciones y asambleas; en zonas de conflicto también han hecho frente a los actores armados. En la ciudad, su labor se centra en acompañar las marchas y las reuniones de las comunidades ya establecidas en la gran urbe.
“Nos hemos convertido en un proceso de visibilización de nuestra propuesta sin armas porque andamos solo con bastones”, dice Luis Alfredo Acosta Zapata, más conocido como Lucho, y quien pertenece al pueblo Nasa del Cauca. Este concepto de fuerza civil nació a principios del 2000, en las montañas de esa región del suroccidente colombiano, cuando un puñado de indígenas se organizó para hacer resistencia a los grupos paramilitares, a los cuales les atribuían la desaparición de algunos indígenas del resguardo de Tacueyó.
Lucho, quien coordina la guardia de todo el país desde la Organización Nacional Indígena de Colombia, Onic, asegura que más de 40 mil hombres y mujeres, de 25 etnias, forman parte de estos organismos.
El líder Nasa explica que en las grandes ciudades la labor de los guardias se coordina con la Policía. “En los territorios tenemos total autonomía y tenemos nuestras autoridades indígenas. Aquí hacemos acompañamiento a los cabildos urbanos y controlamos a nuestras propias familias”. Aclara que si suceden hechos de violencia o maltrato contra nativos en las calles, los casos pasan a las autoridades competentes.
La guardia es uno de los procesos comunitarios que los pueblos indígenas han trasladado de las regiones y adaptado en las urbes, como también lo han hecho con los rituales, los tejidos y distintas formas de gobernanza.
Las etnias Nasa, Inga, Pijaos, Kamëntsá, Uitoto, Wounaan, Muiscas y Embera ya tienen en la capital colombiana sus grupos de control, algunos con más experiencia que otros, pero todos tienen como objetivo conservar la autoridad y la fuerza del territorio.